Pagaies En SeinePagaies En Seine
©Pagaies En Seine|Pagaies en Seine

Lo hemos probado para ti...

Rema por las islas del Sena y disfruta de un cóctel al atardecer

Escucha el batir de las olas y recarga las pilas en este espacio natural protegido. En kayak o a remo, contemple los acantilados iluminados por los rayos del sol poniente, sus islas, la fauna que las rodea y su capilla troglodita. Haga una parada en el Estival (o Moulin Rose para la parte interior) para tomar un cóctel y una tabla de aperitivos.

Salida

suavemente

Son las 7 de la tarde, llegamos como acordamos a la base de loisirs de Belbeuf: Pagaies en Seine. Nos reunimos con nuestro guía del día Hugo, un monitor titulado encargado de llevarnos a descubrir las islas del Sena. Es una ocasión para reunirnos con amigos y pasar un momento amistoso en torno a una actividad compartida. Tras unas instrucciones de seguridad, cada uno elige su embarcación. Nos reunimos con los demás participantes y unos diez nos lanzamos al agua para seguir las últimas recomendaciones. Para otra pareja y para mí, será pádel, mientras que los demás optan por piraguas biplaza.

El sol empieza a declinar lentamente y nos colocamos en nuestras embarcaciones para dar las primeras brazadas a los remos. El grupo es bastante heterogéneo, mientras unos avanzan para dejar paso a los que embarcan, otros comienzan a zigzaguear para volver al punto de partida. A continuación, el grupo se pone en marcha por el Sena bajo la atenta mirada de nuestro supervisor.

Contemplar

naturaleza

La excursión es total a escasos metros de la base. Un momento fuera del tiempo, salvaje, entre frondosos árboles verdes y exuberante vegetación. En poco tiempo, el ruido de la ciudad es un recuerdo lejano, dejando paso al piar de los pájaros y al chapoteo del agua. Se instala un silencio tranquilizador y todo el mundo se concentra en los primeros metros para encontrar su ritmo. Hugo va de barco en barco destilando sus consejos. A medida que pasa el tiempo, la presión disminuye y empiezan a formarse pequeños grupos que hablan entre sí. No nos conocemos, pero el hecho de que todos estemos en «el mismo barco» enseguida da pie a la conversación.

Unos cientos de metros más antes de la meta y la reflexión da paso a la contemplación. Entre los sauces llorones, una multitud de pequeños insectos: libélulas, arañas de agua, larvas y otros escarabajos retozan en la superficie del agua. Una mirada atrás y el centro de ocio ya empieza a verse como un pequeño punto en la distancia.

La ventaja de estar a remo es tener una vista alta. Algunos curiosos en el camino de sirga nos saludan con un gesto de la cabeza o con la mano. Vemos pasar las islas y algunos empiezan a cansarse. ¡Hugo, armado con una cuerda de remolque, las ata a su propia embarcación y tira de ellas sin esfuerzo.

Cuidado!

Navegar y descubrir

los tesoros del Sena

En la orilla, desplácese por los acantilados de tiza y en el centro con vistas al Sena, la capilla Saint-Adrien de Belbeuf. Data del siglo XVIII y es el origen de la famosa leyenda de los dos ermitaños: Onumphe y Pancrate. Para ayudar a una joven a casarse, decidieron clavarse una aguja en su propia carne, y la chica encontró marido. Tras este suceso y durante varios siglos, la ermita fue un lugar de peregrinación para las jóvenes en busca de marido.

Sólo unos metros más y tras una hora de navegación, hemos llegado a la meta de nuestro viaje: L’Estival. Este restaurante-bar cuenta con una playa de arena, un bar al aire libre y palmeras. Es en este entorno, y de pie sobre mi remo creado originalmente para navegar entre islas polinesias, cuando de repente siento que he llegado al fin del mundo. La jornada laboral parece ya muy lejana, y esta experiencia parece haber borrado todas las preocupaciones de la vida cotidiana.

Observe

puesta de sol

La noche sigue instalándose en silencio, las linternas y las luces del restaurante se reflejan en las olas del Sena. Nos turnamos para desembarcar en el pontón, con los ojos todavía brillantes por las miles y una maravillas naturales que acabamos de observar. Una multitud de información se agolpa en nuestras cabezas, que nuestros cerebros se esfuerzan por registrar. Ya estamos de camino a disfrutar de la terraza cubierta del restaurante, con una copa en la mano.

Para completar el cuadro, llegan unas magníficas tablas aderezadas con todo tipo de quesos y charcutería para saciar el hambre que empieza a hacerse notar. Esa extraña sensación de estar de vuelta con una vieja pandilla de compañeros, cada uno intercambiando su pequeña experiencia de navegación y contando sus historias de vida, como si nos conociéramos de toda la vida cuando 2h00 antes todavía éramos unos completos desconocidos. Al son de una alegre melodía pop cantada por un cantante en directo, las cabezas empiezan a moverse al compás. Luego, como siempre termina un sueño, ya es hora de irse.

Tras las huellas

de los grandes exploradores

La temperatura ha bajado y se ha hecho de noche. Volvemos al pantalán entre las luces encendidas para la ocasión. Hugo nos ayuda a embarcar por turnos y ya estamos a la deriva en medio de la noche con la luna como única luz hacia el punto de partida. Los brazos se recuperan lentamente del entumecimiento del descanso y remamos en silencio. Algunas risas comienzan a volar. Extrañamente, nuestra vista se acostumbra a la oscuridad y empezamos a distinguir las formas de las islas que nos rodean.

En apenas 20 minutos y llevados por la corriente, regresamos a la base de ocio para terminar nuestra épica travesía con la impresión de haber caminado tras los pasos de los grandes exploradores. Últimos intercambios y abrazos, prometiéndonos repetir pronto la experiencia, antes de regresar, sin cierta nostalgia, a nuestros vehículos.

Las próximas salidas tendrán a partir de mayo de 2024, dos fechas al mes hasta septiembre.

Próximas salidas.

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