Desde el Renacimiento
Rouen, semillero del arte organeroRouen alberga una cuarentena de órganos, lo que la convierte en una de las ciudades francesas más ricas en este campo. Quince de ellos están catalogados como monumentos históricos, ya que Rouen ha sido un hervidero del arte de la organería desde el Renacimiento hasta el siglo XIX.
Cajas de órganos con una excepcional decoración esculpida están a la vista de los visitantes para su admiración. Las más antiguas pueden admirarse en Saint-Vivien (1515) y Saint-Maclou (1541), mientras que las del siglo XVII brillan con luz propia en Saint-Ouen (1630), Saint-Patrice (1662), la Catedral (1689) o Saint-Romain. En el siglo XVIII, se estableció en Ruán una de las familias de organeros más famosas de Europa: la familia Lefebvre construyó, en particular, el magnífico órgano de la capilla del Hôpital Charles Nicolle (1731) y el gran órgano del Temple Saint-Eloi (1735) con su caja fantásticamente esbelta. La iglesia de la Madeleine (1781) también merece una visita, con su venerable caja de órgano sobre una tribuna que se hace eco de la columnata clásica de la fachada del edificio.
La iglesia de la Madeleine (1781) también merece una visita.
Obras maestras
en el siglo de FlaubertVarios organeros de Ruán del siglo XIX nos han legado obras maestras como las de Saint-Sever y Saint-Vivien. Y el genial organero parisino Aristide Cavaillé-Coll construyó los dos órganos de Saint-Godard (1884) y, sobre todo, el mundialmente famoso órgano de Saint-Ouen (1890). «Dejó toda su fortuna personal en él porque quería crear un instrumento tan excepcional«, afirma Jean-Baptiste Monnot, co-titular del órgano. Un proyecto exitoso, ya que sus 64 registros logran un equilibrio sonoro único y el órgano es hoy el más grabado del mundo.
Emulación
organisticsLa mayoría de estos órganos se tocan en concierto durante todo el año. La ciudad de Ruán está llevando a cabo un plan de conservación. Tras la restauración de los órganos de Saint-Godard, Saint-Sever y Saint-Hilaire, ahora le toca el turno a Saint-Romain, mientras el organista François Ménissier forma a jóvenes y brillantes entusiastas en el Conservatorio. «Entrar en una iglesia puede impresionar, por eso buscamos abrir el instrumento«, se entusiasma Jean-Baptiste Monnot, que ha desarrollado un pequeño órgano de tubos que toca al aire libre para encontrarse con el gran público. Un proyecto en colaboración con escuelas de París, Berlín, Nueva York y Boston hará pronto de Ruán un hervidero de encuentros organizativos.